La autoría de la Imagen bendita de la Virgen Santísima, Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad, sigue siendo un misterio. Diversos investigadores e historiadores aluden al círculo de los más renombrados imagineros y escultores que trabajaron en la Sevilla de la segunda mitad del siglo XVI, empezando por Juan Bautista Vázquez “el Viejo”, y continuando con Gaspar del Águila, Gaspar Becerra, Miguel Adán o Jerónimo Hernández.
En cuanto a la Imagen del Señor de la Misericordia, nos encontramos igualmente ante una imponente talla de Cristo Yacente de autor desconocido y datable en el último tercio del siglo XVI.
En todo este periodo, actúa como mayordomo de la hermandad Simón García de Carmona, siendo sus alcaldes Pedro Martín Moreno y Diego García de la Ceniza, personajes todos de la máxima importancia en la localidad, desempeñando funciones diversas en el gobierno local. Del mismo modo, los participantes en todo el proceso de fusión y que provenían de la Hermandad de San Bartolomé, pasarían desde ese instante a ser también cofrades de la Soledad, destacando el escribano Esteban Sánchez, que fuera también en ese momento escribano público de Alcalá.
En 1586, año en el que figuraba como escribano de la hermandad Antón Domínguez, por las informaciones obtenidas en el archivo arzobispal referidas a los impuestos y subsidios, conocemos diversos detalles de relevancia de toda esta primera etapa de existencia de la corporación: se atendía a todos los necesitados, mendigos y transeúntes en el Hospital de San Bartolomé, a quienes se facilitaba alojamiento y víveres; sabemos que en ese año de 1586 ya había sido alcalde de la hermandad el escribano público Andrés del Águila; y también se obtiene la valiosa información de que la hermandad realizaba cuatro procesiones cada año, lo que evidencia la pujanza en esos instantes de nuestra corporación.
Otro dato de interés que se desprende de la documentación estudiada es que los cabildos de la hermandad se celebraban en las instalaciones del hospital de San Bartolomé, según la declaración realizada por el escribano Antón Domínguez. Este hecho reafirma la hipótesis de trabajo de que a partir de 1579-1582 la hermandad estableció su sede en el hospital mencionado.
Dicha Imagen del Señor Resucitado aún puede admirarse en nuestra localidad, precisamente colocado desde principios del siglo XX en el altar barroco que fuera en su momento de la Virgen Santísima, en el ante-presbiterio del lado de la Epístola en la Ermita de San Gregorio. Antes de dicha ubicación, durante varias centurias figuró el Señor Resucitado en el interior de nuestra Capilla de la Soledad. Como dato curioso y sujeto a posteriores investigaciones, se sabe que en este mismo año de 1587, tanto el mayordomo Alonso Maldonado como el mayordomo de la etapa 1579-1582, es decir Simón García de Carmona, encargan bastantes metros de distintos tipos de telas y tejidos en el famoso taller de los Caviedes (Sevilla), sin duda destinados a algún fin propio de la hermandad (túnicas de disciplinantes, o bien para algún vestido/manto para la Virgen, o faldones para los pasos, etc.).
En los siglos XVI y XVII, como anteriormente decíamos, es evidente en la Hermandad la vocación de Caridad y asistencia a los más necesitados, con el mantenimiento a su cargo del Hospital de San Bartolomé, institución clave de este periodo en nuestro pueblo. Desde los últimos años del XVI y primeras décadas del XVII se suceden los testamentos con legados patrimoniales a la Hermandad, tributos a su favor, establecimiento de misas por el eterno descanso del testador, …, lo que redunda en su consolidación económica.
En 1607, Bernardina Ortiz de Carranza (esposa precisamente de Andrés del Águila), establece en su testamento la donación a la Imagen de Nuestra Señora de la Soledad de sus mejores atuendos (una saya de terciopelo negro, un manto de seda del mismo color, y unas mangas de terciopelo negro bordadas en oro); legado ejemplar de esta ilustre señora de la dinastía de los Carranzas alcalareños, que nos permite conocer cómo era ataviada Nuestra Señora en tiempo tan remoto, siendo el negro el color preeminente, símbolo del luto y dolor que padeció la Virgen Santísima.

icha aseveración se sustenta en las sucesivas descripciones de la Ermita de San Gregorio que se realizan en la siguiente centuria, en las que se cita en la nómina de Imágenes situadas en el interior de nuestra Capilla a esta Imagen de la Virgen, con el título glorioso de la Guía. Bien pudo la Hermandad contar con esta talla de la Señora para realizar las procesiones junto al Señor Resucitado, quedando la Imagen de la Virgen de los Dolores en su Soledad para la procesión principal tras el Yacente cada Viernes Santo.
Durante los años del setecientos, podemos constatar documentalmente en el archivo de protocolos notariales de Sevilla, así como en el arzobispal al repasar las sucesivas visitas pastorales, la enorme cantidad de testamentos en los que se establecen legados de todo tipo en favor de la Hermandad. Se constata un acusado enriquecimiento patrimonial, al tiempo que se continúa con las actividades caritativas propias del Hospital de San Bartolomé, aunque ciertamente cada vez con menores asistencias, hasta el punto que el edificio amenazaba ruina a mediados de la centuria,
hecho que obligó a las autoridades a tomar medidas y a obligar a la Hermandad a efectuar reparos en el edificio.
, iniciando de este modo el patrocinio y mecenazgo ejercidos sobre la Hermandad por parte de esta ilustre familia soleana, los Zambrano. Años más tarde, tras el terremoto de Lisboa (1755), este mismo personaje sufragaría para la Virgen la hechura de un nuevo altar por los desperfectos que el seísmo ocasionó en el anterior, y en este retablo permanecería Nuestra Señora durante más de cincuenta años, en la misma ubicación donde se situaba desde al menos 1681, frente a San Gregorio en el ante-presbiterio de la Ermita del Patrono.
(En la actualidad, en el mencionado altar barroco se localiza la talla del Señor Resucitado). También establece este personaje en su testamento el legado a la Hermandad de una tierra de su propiedad en las afueras de nuestro pueblo, “los Picones de El Ejido”.
Por otro lado, podemos destacar que en diversos manuscritos de los renombrados hermanos García-Merchante y Zúñiga se hacen referencias a nuestra Hermandad y a sus Titulares. Pero es sin duda el famoso libro de don Marcos García-Merchante, que narra las célebres funciones que acontecieron en nuestra localidad con motivo de la reedificación del Templo del Patrón tras el terremoto de Lisboa el que mejor nos describe la devoción profesada a Nuestra Señora desde siempre, al resaltar con palabras llenas de emotividad la gran cantidad de milagros atribuidos a su intercesión y el fervor que inspira entre su pueblo: “Llévase esta Señora el corazón de este pueblo devoto …”.
Se sabe que el mayor de los hermanos de esta ilustre familia alcalareña de los Merchantes, don José, que llegó a ser Abad Mayor de la Universidad de Beneficiados, era devotísimo de la Virgen de los Dolores, de quien se calificaba fervorosísimo hijo. El mismo Marcos, a su llegada a la parroquia de San Vicente de Sevilla, dedicó unas sentidas palabras a los Dolores de la Virgen, siendo su primera aportación escrita en esta parroquia sevillana, influjo sin duda de la devoción tributada a Nuestra Señora en su pueblo natal.
Fernando y Manuel de la Soledad Zambrano Zambrano, y por último a finales de siglo, su bisnieto Fernando Zambrano Naranjo. Toda la centuria corresponde, por tanto, una preemiencia de esta dinastía, que rige todos y cada uno de los aspectos de nuestra Hermandad, con una seriedad y formalidad no comparables en nuestra localidad en lo que supone la gestión de una corporación cofrade. Así, en 1821, gracias a la iniciativa de estos personajes se comienza la escritura del Libro de Acuerdos (valiosísimo ejemplar encuadernado que se conserva
en la Casa-Hermandad, donde se dejan asentados los Cabildos y los balances de ingresos y gastos año tras año); se redactan nuevas Reglas en 1832 (precioso ejemplar encuadernado, con innumerables ilustraciones, grabados y dibujos pintados exquisitamente por Antonio Peraza, el secretario de la Hermandad en aquellos momentos); se constituye un Censo General de Hermanos (1845), y se adquiere una Casa para los enseres de la Hermandad en la calle Ilipa Magna, junto al edificio del Ayuntamiento.
En el terreno religioso, también a instancias de esta familia, existe documentación acreditativa de la celebración anual del Septenario Doloroso desde 1812, precisamente con cargo a las rentas obtenidas de “los Picones de El Ejido”, la tierra que había dejado a la Hermandad Andrés Adame Zambrano y que años más tarde compraría su sobrino José Antonio Zambrano de la Parra y Figueroa de Ortiz (famoso ganadero y hacendado alcalareño). Este importante personaje, que llegó a estar al frente de la Hermandad y que falleció en 1811, en su testamento dejó establecido que aquel de sus hijos a
quien tocase en suerte la Tierra de los Picones, debía de ser con la condición de sufragar cada año la celebración de Solemnísimo Septenario en honor de la Virgen de los Dolores. Así, recayó la tierra en el haber de su hijo Antonio Eugenio Zambrano Velázquez, que se convirtió de este modo en el primer Patrono del Septenario Doloroso, como se intitulaba a sí mismo en los documentos consultados. Años más tarde, el hijo de Antonio Eugenio, José Zambrano García-Rull, se convertiría en el Segundo Patrono del Septenario en honor de la Virgen de los Dolores en su Soledad.
, a imagen y semejanza de la Hermandad del Santo Entierro de Sevilla. Todos los autores coinciden en que la hechura del esqueleto se debe a la mano maestra de Juan de Astorga, que también tallaría a instancias de la Hermandad la antigua Urna del Santo Entierro, que guardaba evidentes signos de similitud con la Urna que este afamado entallador había realizado en 1829 para el Yacente del Santo Entierro de Sevilla, con trazas de Melchor Cano (arquitecto mayor de Sevilla).
A finales del siglo XIX y principios del XX, existe constancia gráfica de que Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad procesionaba en un palio similar al espléndido palio de plata roultz que el orfebre catalán Francesc de Paula Isaura había realizado para la Esperanza Macarena en 1881, y que en 2008 ha sido restaurado por parte del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.
En estos años finales del XIX, la Hermandad entra en una etapa de gran esplendor durante la mayordomía del cura don Manuel Zambrano García, ya que bajo su mandato y gracias a su gestión e impulso se van sucediendo una serie de estrenos históricos. En cuanto al Paso de Palio de Viernes Santo, las realizaciones son mayúsculas. La primera empresa que emprendió el mayordomo Zambrano fue la realización de un suntuoso manto para la Virgen, siendo estrenado el Viernes Santo de 1898. Se bordó en el taller de Concepción Peláez, con diseño de Manuel Beltrán Jiménez, tal y como dejó escrito el cura en la nota que mandó a la prensa sevillana de la época. El año siguiente, encargó a Concha Requena el paso a nuevo terciopelo de la saya de la Virgen, ampliando también los bordados.
Y a las Hermanas Antúnez encarga la realización del techo del palio. Casí con toda seguridad serían las Antúnez quienes bordaran las caídas interiores; aunque algunos investigadores sostienen que en dichas caídas se ve la mano de Patrocinio López, al recurrir a los elementos decorativos basados en Torres y Leones, característicos de su factura. En cuanto a los bordados de las caídas exteriores, también se acometen en esta época del cura Zambrano. Así, en los primeros años del siglo XX deja de procesionar la Virgen en el palio de plata roultz
Otro estreno de suma importancia en esta etapa del Cura Zambrano es la nueva
Ya entrados en el siglo XX, se suceden diversos acontecimientos de trascendencia que marcan el devenir de nuestra Hermandad hasta llegar al momento glorioso de la Coronación Canónica de Nuestra Señora. Así, destacamos el periodo iniciado a continuación de las nuevas Reglas de 1907, con el Sr. Manuel Velasco Zambrano al frente de la Hermandad, seguido en el mismo cargo durante más de medio siglo, por los Sres. Hermenegildo Velázquez García y su hijo Ramón Velázquez Zambrano, resultando ambos nombrados Hermanos Mayores Honorarios, en atención a su gran dedicación y labor desarrollada; distinción que también recibiría otro hermano ejemplar que durante muchos años fuera tesorero, Manuel Romero Herrera.
En esta época, la Hermandad recibe generosos obsequios de los Marqueses de Pickman, don Guillermo y doña Teresa Pérez Grande, ésta última alcalareña y soleana, pariente de los Sánchez Grande (priostes) antes citados. Son destacables asimismo en esta primera mitad de siglo, las buenas maneras en el arte de vestir a Nuestra Señora de sus camareras: Encarnación Osuna Noguera “la Mataora”, y las hermanas Dolores y Asunción Palop Zambrano, de lo cual son buen ejemplo las bellísimas fotografías de la Virgen que conserva la Hermandad de este periodo histórico en su Casa-Museo.
Más adelante, en 1942 se estrenan los varales del paso de Viernes Santo, obra maestra de Bautista (discípulo de Cayetano González). El Viernes de Dolores de 1952, el Cura don Manuel Rojas impone a Nuestra Señora en la Solemne Función del Viernes de Dolores la magnífica corona de plata sobredorada que realizara el prestigioso orfebre Manuel Seco Velasco, cincelada a dos caras y que es una de las principales piezas de orfebrería que atesora la Hermandad. Ese mismo día resulta nombrado Hermano Mayor Honorario el fraile capuchino que predicó en el Septenario y la Función, Fray Emilio María de la Vega.
En 1959 hace por primera vez acto de presencia el Viernes Santo la Banda de La Legión, que mantiene desde entonces una gran vinculación con la Hermandad, hecho que motivó en 1989 la decisión de nombrar Hermano Mayor Honorario a este Honorable Cuerpo de La Legión.
En 1969 se estrenan los nuevos pasos del Señor
En 1987 comienza su andadura la nueva Junta de Gobierno elegida aquel año, encabezada por Manuel Montaño García-Baquero como Hermano Mayor; Junta que estuvo doce años al frente de la Hermandad, resultando uno de los periodos más inolvidables. Una de sus primeras iniciativas tuvo un enorme éxito: la propuesta y aceptación de S.M. El Rey, D. Juan Carlos de Borbón y Borbón, del título de Hermano Mayor Honorario de la Hermandad. En esos años se acomete una gran reforma del paso del Santo Entierro, con el estreno de nuevos candelabros de parabrisas, entallados varios de realce y una nueva Urna de estilo más próximo a la que presumiblemente tallara el gran Juan de Astorga a mediados del siglo XIX.
Tras un año repleto de actos diversos (conferencias, exposiciones, procesión en Santa Misión, triduo preparatorio, Pregón extraordinario a cargo de nuestro hermano Ignacio Montaño Jiménez, …), el día 15 de Junio de 1996, el Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo (hoy felizmente Cardenal), coronó canónicamente a Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad, en la Plaza de España de nuestro pueblo, que la aclama como su Reina y Protectora. La Hermandad procedió a la donación a la Iglesia de un solar en la barriada del Carmen de nuestro pueblo, para la futura edificación de un templo y unas dependencias para Cáritas. Desde entonces, se incorporó al calendario litúrgico de la Hermandad la celebración solemne de los aniversarios de la Coronación Canónica, con ejercicio de Triduo cada cinco años. Se incorporan asimismo al patrimonio de la Hermandad espléndidos bordados de Rosario Bernardino, como son: la saya de la Coronación, el Mediatrix, el nuevo faldón delantero del paso de Viernes Santo (bordado a semejanza del anterior).
El 15 de Junio de 2010, XIV aniversario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora, el General del Aire don Eduardo González-Gallarza impuso su fajín de General a la Virgen Santísima en un emotivo acto, mostrando una vez más los lazos de unión de esta Hermandad de la Soledad con el Ejército del Aire, como se vislumbró igualmente en 1988 al encargar y donar nuestra Hermandad una Imagen de Santa Cecilia al acuartelamiento de la Aviación en Sevilla (Tablada). Por último, reseñar la enorme satisfacción que ha supuesto en 2011 la generosísima donación a Nuestra Señora de su fajín de Capitán General de las Fuerzas Armadas que ha tenido a bien realizar Su Majestad el Rey de España, don Juan Carlos de Borbón y Borbón, uniendo aún más si cabe a esta Ilustre Corporación con la Casa Real Española, hecho que ya estaba suficientemente corroborado con el nombramiento del Rey como Hermano Mayor Honorario en 1987, pero que ahora adquiere un cariz especialísimo con esta donación tan generosa a Nuestra Madre y Señora de los Dolores en su Soledad Coronada. De manos del General Gonzalo Rodríguez de Austria, en octubre de 2011, en la Iglesia Parroquial a la que había sido trasladada la Virgen Santísima, tuvo lugar el emotivo acto de imposición de tan preciado fajín, que lucirá Nuestra Señora en las ocasiones más solemnes y principales.