LA CASA DE LOS MOSAICOS

LA CASA DE LOS MOSAICOS

La Hermandad de la Soledad nos brinda la oportunidad de contemplar los restos de un mosaico, datable a final del Siglo I o principio del Siglo II, en la época de mayor esplendor de Ilipa Magna . Sin embargo, hay que preguntarse por qué se ha llevado a cabo tan importante proyecto de conservación y musealización. En primer lugar, se pone en valor un elemento artístico que se sabía que existía, ya que en la antigua Casa Hermandad, debajo de la escalera, se encontró parte de un mosaico en 1985. Además, añadir más información a la historia antigua de Alcalá durante la época romana.

Aunque bello a la vista por la complejidad de formas y diversidad de colores, no podemos quedarnos en su simple observación. Se erige en una fuente de información al igual que los documentos escritos. Lleva intrínseco aspectos de índole económico, social y cultural, que se irán desgranando a lo largo del contenido de este artículo. El estudio planteado persigue un enfoque didáctico para comprender mejor la importancia de su conservación.

Los mosaicos son una técnica muy laboriosa en la que intervienen muchas personas, y por ello costosas. Existían unas cuadrillas de musivarias encargadas de hacer todo el proceso, desde su diseño, adaptación a los espacios, elaboración de teselas, acondicionamiento de los diversos estratos y posterior colocación. Eran cuadrillas itinerantes que ayudaron a propagar técnicas, motivos decorativos y diseños. Había una persona, llamada pictor imaginarius, encargada de diseñar los dibujos, estructurar los espacios y colocar las teselas en las partes más difíciles y laboriosas. El musivarius, llevaba a cabo las perforaciones donde se ponían los mosaicos. El tesselarius tallaba las teselas y las colocaba encima del rudus. El caementarius, era el encardado de preparar los distintos lechos del mosaico. El calcis coctor preparaba la cal y los diversos aglomerados del rudus. El pictor parietalis adaptaba las composiciones y figuras a los espacios en el suelo o paredes. Y por último, el tirocinum, que era el aprendiz.

En la casa Hermandad se han conservado tres tipos de mosaicos: opus signinum, tessellatum y vermiculatum, cuya ubicación y distribución quedan señalados en la ilustración. Lo que le confiere un carácter excepcional se debe a que en un espacio tan reducido se conserven estos tres ejemplos musivarios, su perfección y estado de conservación.

Con el análisis de cada uno de los tipos de mosaicos se persigue profundizar en su conocimiento e interpretación.

Para confeccionar un Opus Tessellatum y Vermiculatum, se cortaban finas placas de material a partir del cual obtener las teselas con el que elaborar el mosaico. La superficie en la que se colocaba se preparaba previamente para que quedara lisa y facilitar su colocación. Para ello se disponían diversas capas de tierra de diverso grosor. Sobre el suelo se ponía un lecho de grava llamado statumen. Después una capa de mortero grueso hecho de gravilla y cal, de varios centímetros de espesor, llamada rudus. A continuación, otra capa de mortero fino elaborado de ladrillo machacado y cal (nucleus), de igual grosor que la anterior. Sobre esta última capa se colocaban las teselas. Con posterioridad, se llenaban los intersticios con mortero, se nivelaba y prensaba, y se pulía la superficie con arena para que quedara brillante.

Para elaborar un Opus Signinum, se sigue los mismos pasos, pero con distintos materiales, ya que este tipo de pavimento se destinaba para espacios húmedos (piscinas, fuentes, estanques, etc.), dándoles un carácter de impermeables. Se ponía sobre el suelo una capa de cascotes de ladrillo, y como aglomerante cal hidráulica, arena de río y polvo de ladrillo. Sobre ellas se colocaba otra capa de los mismos materiales pero de cascotes de menor tamaño. La tercera capa era del mismo mortero que las dos anteriores, pero sin cascotes. Por último, se le daba el tratamiento de acabado mediante un bruñido sobre marmolina o polvo de ladrillo. Se obtenía con estos materiales un tipo de pavimento estanco.

Podemos hacer una estimación de la importancia de los mosaicos si tenemos en cuenta unos razonamientos. En un mosaico de unos 50m² trabajaban alrededor de 15 operarios durante 85 días. Para el caso que nos ocupa, el solar mide aproximadamente unos 25m², pero es de suponer que fueran más extensos porque se ha descubierto una pequeña parte de la domus romana. Son tres tipos de mosaicos los encontrados, cada uno con unos costes y tiempos de finalización distintos. Se tardaba y costaba más tiempo y dinero hacer el opus vermiculatum, por la minuciosidad y tamaño de los dibujos y teselas, que en el opus tessellatum y signinum. Si tenemos en cuenta lo que hemos calificado de elementos definitorios que condicionaban un mosaico, entendemos la importancia social y económica del propietario. Por la belleza y complejidad de los mosaicos conservados, se desprende que el dominus, o dueño de la vivienda, tenía el suficiente poder económico para costeárselo, perteneciendo, posiblemente, a la aristocracia política y económica romana ilipense.

Tenemos una valoración que los sueldos de los musivaria durante el siglo IV de nuestra era oscilaban entre los 50-60 denario al día que percibía  cualquiera de los trabajadores. El sueldo llegaba hasta 150 denarios al día en el caso del pictor imaginarius. Podemos comprender de esta manera que era un artículo de lujo al alcance de la clase más pudiente de la sociedad. Por ello, el arte musivario, se utilizaba para hacer ostentación de poder.

Estas conclusiones sobre la importancia económica y social del propietario se extraen por el valor artístico, técnico y minuciosidad de los dibujos. Aunque no es sola esta la importancia del hallazgo. Son pocos los casos en los que el grado de conservación es tan alto. La calidad de los mismos, diversidad de mosaicos y tipos decorativos empleados lo atestiguan.

Todos los elementos culturales de los seres humanos a lo largo de la historia son susceptibles de localizarse en el tiempo. Todas las manifestaciones tienen unas características predominantes que son utilizadas para datarlas cronológicamente. Por las características que presentan estos mosaicos, se pueden fechar entre los siglos I y II de nuestra era.

El propietario de esta domus es desconocido. Pero los mosaicos nos dan pistas de sus gustos, idiosincrasia ideológica de la aristocracia ilipense, importancia económica y la posibilidad de entrever de dónde procedería esta. Todo en una época que coincidiría con el momento de esplendor del Imperio romano, la Bética, y por ende, con el auge del comercio fluvial, en el cual Ilipa jugaría un papel fundamental con su puerto.

Además de servir los mosaicos como elemento de propaganda para el dominus, son un modo de ostentación de poder, donde el cliente deja constancia del mismo. Esto se conseguía mediante la selección de los motivos decorativos, los cuales tienen un carácter simbólico.

El análisis de este hallazgo nos invita a realizar un estudio de los posibles espacios habitacionales en los que estarían localizados estos mosaicos. Eran utilizados para embellecer los lugares importantes de la vida pública, como por ejemplo el opus sectile encontrado en el foro ilipense, sita entre la calle Antonio Reverte y Sol, y espacios privados. Dentro de este último se encuentras las domus y villae.

Los mosaicos objeto de estudio bien pudieron pertenecer a una domus por estar dentro del recinto amurallado. Reflejada queda la hipótesis que estarían en la vivienda de alguien perteneciente a la aristocracia romana, que pretendía demostrar su poder, de entre cuyos elementos conservados son los mosaicos.

Dentro de la domus, este tipo de decoración solía encontrarse en el vistibulum, atrium, tablinum, cubiculum y triclinium. La función del vestibulum consistía en separar la vida pública de la calle de la privada, confiriéndole al propietario un halo de prestigio con respecto a todo el que entrase en la vivienda al tener que esperar para ser recibido.

Pasada esta dependencia, se accedía al atrium por las fauces o corredor, que señalaba el status social del dueño. El atrio era el espacio que articulaba la casa, dando paso a las demás dependencias y donde se desarrollaba la vida de la domus. Aquí el propietario hacía gala de su ostentación mediante la riqueza arquitectónica de los elementos empleados para la construcción y cantidad de ellos. Era donde se ponía en práctica la parafernalia y simbología romana para prestigiar al dueño. Lugar donde se encontraban el compluvium y el impluvium, así como el acceso a las demás dependencias. Otra de las funciones del atrium era social, para que el visitante contemplara los méritos que el propietario ostentaba. De esta forma le servía de propaganda, reflejando el motivo por el que era poderoso y de donde procedía. En este espacio, cuando se trataba de una domus señorial o aristocrática se solía colocar una pequeña capilla en la que se daba culto a los dioses Lares o lalario. Estos pequeños espacios se localizaban cerca de la puerta de entrada o una zona muy transitada para que siempre fueran recordados los dioses protectores.

En el espacio que recientemente ha visto la luz, el atrium podría tratarse del lugar ocupado por el opus signinum. La única decoración que presenta es una franja con dos colores, azul en el centro y blanca a ambos lados, realizada mediante opus tessallatum, presumiblemente de forma cuadrangular o rectangular. Por las características impermeabilizantes de este tipo de  suelo lo podemos identificar con la zona donde se recogían las aguas procedentes de compluvium e iban al impluvium. Dentro de este espacio se encuentra incluso otro tipo de mosaico, un opus tessellatum, que bien se podría identificar con un larario.

Este pequeño espacio destinado para el culto de los dioses lares, presenta una decoración de 1,50 m² (aprox.), es más elaborado que el anteriormente, y por tanto más caro. Se une a la franja blanca y azul comentada, formando parte de la misma y quedando englobada y enmarcada por ella. Así conforma un espacio, presumiblemente cuadrado. En él podemos ver como se conjugan multitud de colores, motivos geométricos y figurativos de pequeñas aves y flores. Predominan el blanco y azul en todo el conjunto. El blanco conformaría el fondo y el azul realiza las diversas estructuraciones geométricas internas del opus. En azul se aprecian rombos en el perímetro quedando emparejados de dos en dos en cada uno de los lados. En las esquinas visibles presenta motivos vegetales, a la izquierda una flor de cuatro hojas apuntadas de diversos colores y en la derecha una hoja de hedera o hiedra. En el vértice de cada lado se dispone un ave que podría ser un gorrión o golondrina. Más al interior se representan diversos motivos geométricos simples, como triángulos equiláteros (símbolo de la femineidad o masculinidad, la unión de los seres, la tríada divina y el equilibrio y la armonía) y cuadrados (que simbolizan el mundo, la naturaleza y los cuatro elementos: aire, agua, fuego y tierra). En el centro del mosaico se localiza un juego visual de diversos cuadrados unos dentro de otros con distintos colores.

La identificación de este espacio con el atrio y larario se basa en la disposición de los mismos, elaboración de los dos opus y en la decoración que presenta el lugar destinado para el culto a los dioses Lares o Manes. La ornamentación con aves gira en torno a las divinidades protectoras o domésticas del hogar y las alacenas, la fecundidad, fidelidad, esperanza, buena suerte e inmortalidad. Para los marineros, las golondrinas eran de gran augurio porque simbolizaban la vuelta a casa  o tierra firme. La hiedra se asocia simbólicamente con la inmortalidad, la vida, muerte y renacimiento. Por todo, podemos identificar estas zonas con las ya comentadas.

El último espacio lo identificamos con una de las siguientes dependencias: tablinum (sala donde el dueño despachaba con los visitantes más íntimos), cubiculum (o dormitorios), o triclinium (espacio destinado para las cenas o comidas importantes). Cualquiera de estos tres espacios podría corresponderse con la estancia donde se encuentran los mosaicos más elaborados y bellos.

En él se han conservado aproximadamente unos cincuenta motivos decorativos, entre geométricos y figurativos. Estos últimos siempre de aves. Todos realizados con la técnica de Opus vermiculatun y tessellatum, con una gran variedad cromática y un excelente detalle de los dibujos y figuras.

La abundancia de aves no debe ser una casualidad, sino una causalidad. ¿Podríamos identificarlo como un elemento a relacionar con la procedencia de la importancia económica y social del propietario de la domus? Aves que se encuentran en los ríos y de cual provendría la riqueza. ¿Posiblemente del comercio? Hemos comprobado que la simbología estaba siempre presente en la decoración y no se dejaba nada al azar. Pero debemos esperar a que se produzcan nuevos hallazgos con los que resolver estas dudas.

En relación con la demás decoración geométrica, alterna gran diversidad de formas en un excelente virtuosismo (nudos gordianos, esvásticas, triángulos, círculos, semicírculos, cuerdas, etc.). Cada elemento queda enmarcado por trenzas, que sirven para aislar los motivos, a la vez que los integra en el conjunto.

La estancia queda fragmentada por el oeste, aunque podemos presuponer que sería más grande. Prueba de ello puede ser el trozo de mosaico al que aludíamos al comienzo de este artículo. Aquel que aislado se conservaba bajo las escaleras de la antigua casa Hermandad.

Con el análisis de las hipótesis lanzadas en este artículo, se pretende constatar que del extraordinario hallazgo de unos mosaicos se puede obtener una información fundamental para ir comprendiendo aspectos de la vida durante el período romano en Alcalá. Hasta que no que produzcan nuevos descubrimientos, desconoceremos muchos detalles de los que aquí se han planteado como hipótesis.

La propuesta de la Hermandad de la Soledad por la protección y puesta en valor de este elemento arqueológico, brinda a todos los que quieran observarlo una oportunidad de contemplar parte de la importante historia de Ilipa Magna.


GALERÍA DE IMÁGENES

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