Estamos celebrando la Cuaresma camino y preparación para celebrar la gran fiesta de la Pascua. Se acerca ya la Semana Santa.
Muchos cristianos tenemos el peligro y la tentación de “acostumbrarnos a recordar piadosamente” todos estos acontecimientos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo como algo que sucedió hace veinte siglos pero sin incidencia en nuestra vida de hoy.
Y sin embargo la celebración de estos misterios de nuestra salvación tienen y deben tener una actualidad y unas exigencias para nuestra vida cristiana hoy, y no debemos dar pie con nuestra conducta a que otros lo reduzcan todo esto a unas meras manifestaciones culturales y artísticas ya que deben de ser unas manifestaciones y expresiones de una fe cristiana.
Los maravillosos pasos de nuestra Semana Santa sobre los distintos misterios deben ser una catequesis, un grito silencioso del gran amor, una interpelación a nuestra vida, una llamada y una invitación a la conversión a Dios y al seguimiento de Jesús.
En la Pasión del Señor aparecen muchos personajes: Los discípulos dormidos en el Huerto de los Olivos abandonando a Jesús mientras Judas, el único despierto le traiciona, le vende y le entrega por 30 monedas.
Pedro se mete en el atrio del palacio de Caifás y ante unas palabras de un soldado y de una mujer niega a Jesús tres veces por no complicarse la vida.
Pilatos le condenó sabiendo que era inocente y se lavó las manos delante del pueblo como si él fuera inocente. Herodes hizo chistes y se rió de Jesús y Jesús no contesto palabra.
Muchos, la mayor parte, la tarde de la Pasión salieron de sus casas para ver el “espectáculo” de Jesús; iban buscando las esquinas para ver mejor en que paraba todo aquello. En las esquinas hacían sus comentarios sobre si había caído ya una vez o dos; si era inocente o culpable. Eran “espectadores”. . . . . La mayor parte al margen del sufrimiento y del drama de Cristo Jesús.
Algunos vivieron de cerca solidariamente la Pasión. Allí estaban el Cirineo, la Verónica, y las mujeres que compadecidas le acompañaban en el camino; y María su Madre, Juan y la Magdalena junto a la Cruz.
Otros muchos curados por Él, alimentados por Él, que en momentos de triunfo le aclamaron, aquella tarde porque no estaba bien visto estar junto a aquél ajusticiado le miraban “desde lejos” sin identificarse y para no ser identificados como discípulos de Jesús.
Hoy muchos cristianos tenemos el peligro también de convertir la Semana Santa en un “espectáculo” para “curiosos” y para hacer comentarios por las calles y por las esquinas. . . . . cuando cada paso debiera de ser una llamada a dejar el pecado, a vivir la gracia, a cargar con la cruz de cada día y a luchar y a sacrificarse como Jesús en el Huerto de los Olivos.
Por otra parte la Pasión de Cristo se actualiza en el hombre en el que Cristo se hace presente, en el hermano que sufre el paro, el hambre, la marginación, la enfermedad, la soledad. Es el Cristo de la Cruz a cuestas, el crucificado y la dolorosa quien te están pidiendo que no pases junto a otros hermanos, otros cristos, indiferente e insolidario sino que le eches una mano y le ayudes a llevar esa cruz. Tú y yo debemos de ser ese Cirineo.
Ya está bien de comentarios en la calle. Ya está bien de espectáculos.
Al contemplar los distintos pasos contrastemos las actitudes y comportamientos de Jesús con los nuestros.
En la última Cena Jesús tiene un derroche de amor y de ternura y de entrega como nunca con sus discípulos, instituyendo la Eucaristía y haciéndoles participes de su propio Sacerdocio y dándoles a comer y a beber su propio cuerpo y su propia sangre, alimento de la nueva vida que nos iba a comunicar por medio de su Muerte y su Resurrección.
Esa noche del gran amor de Jesús, es la noche de la traición y la venta de Judas y de la negación de Pedro.
Jesús en el Huerto de los Olivos viendo la muerte que le esperaba de rodillas oraba al Padre diciendo: “Padre aparta de mí este cáliz pero no se haga mi voluntad sino la tuya.”
Y le costo tanto hacer la voluntad del Padre que “sudaba gotas gruesas de sangre que caían hasta el suelo” como nos dice el evangelista San Lucas, que era médico, en su Evangelio.
Y cuantos cristianos hoy no cumplen la voluntad del Padre porque dicen: “Esto cuesta mucho” y escogen la vida fácil, sin esfuerzo, sin sacrificio. . . . Esto es lo que se lleva hoy también entre los discípulos de Jesús.
¡Que contraste!
El Sanedrín presidido por el Sumo Sacerdote Caifás se rasgó las vestiduras y condenó a Jesús por decir la verdad, es decir: Que Él era el Hijo de Dios.
Y le condenaron a muerte por mayoría o por unanimidad como blasfemo, al Hijo de Dios, al Santo, al Inocente, y Jesús se jugo la vida por decir la verdad. Jesús en otro momento dijo: “Para esto he nacido Yo y para esto he venido al mundo para dar testimonio de la verdad.”
Cuantos cristianos hoy están instalados en la mentira, en las medias verdades, en las ambigüedades, etc.
No te recuerdan todo esto las mayorías que condenan a muerte con leyes injustas a tantos y tantos inocentes desprotegidos y débiles nacidos y no nacidos.
Pilatos sabiendo que Jesús era inocente y no queriendo complicarse la vida se lo mandó a Herodes quien se lo devolvió a él y ante los gritos de los que pedían la crucifixión de Jesús, Pilatos le condenó a muerte y se lavó las manos delante del pueblo queriendo aparentar como inocente, Pilatos se lavo las manos pero no se lavó el corazón.
Estas incoherencias y esta hipocresía ¿no se repiten hoy? ¿Cuántos Pilatos cobardes hoy?
Jesús carga con la cruz de todos nuestros pecados. Jesús es crucificado y muere en la cruz por nuestra salvación y todo por Amor.
La cruz el mayor signo del mayor Amor.
Jesús la última noche de su vida dijo: “nadie ama más que aquel que da la vida. . . .”
Por otra parte no nos quedemos con el Cristo muerto. Participemos de la Resurrección de Jesucristo.
Seguiremos reflexionando.
Con el cariño de
PUBLIO ESCUDERO