En el inventario realizado por Juan de Quintana ante el notario Miguel Melgarejo en su visita del 4 de agosto de 1647, se describe la Ermita de San Gregorio. Al referirse a nuestra Capilla, indica el visitador arzobispal que dentro había “un Santo Cristo crucificado, de bulto, y una Imagen de Nuestra Señora, vestida de luto. Un frontal de terciopelo negro, bordado de amarillo y negro; y unos manteles llanos. Y encima de la peana de un altar descompuesto a el lado de dicha Capilla, un Santo Cristo, de bulto, resucitado”.
Coincide la mayoría de las descripciones de nuestra Capilla en el hecho de que el Señor se mostraba todo el año enclavado en su Cruz, de tal forma que aparecería Yacente tan solo el Viernes Santo; hecho éste posibilitado por tratarse de una Imagen articulada. Así durante lo siglos XVI, XVII, XVIII y hasta que en 1817 los señores Zambrano donaron el actual altar, y comenzó a ser mostrado a los fieles el Señor como Yacente todo el año.
Fotografía: Manzano (año 2000)
